viernes, 27 de enero de 2012

Rota y remendada


Que la exposición de tapices, concebida por una mujer se titule Rota y Remendada, podría parecer solo una repetitiva aproximación a lo que suponemos encontrar en ella. Pero este no es el caso. Aquí se trata de mucho más que celebrar la victoria de Mayra Alpízar por haber encontrado “la aguja en el pajar” y saber usarla para algo más que lo que Pérez Cisneros llamó “la dulce, dorada y austera arena de las labores del hogar”.

De lo que se trata es de recomponer fantasmas. Fantasmas individuales y aparecidos colectivos. Más de un momento tiene esta exposición, más de un momento para dos espacios: el privado y el social, que al final terminan siendo solamente uno: el espacio del redescubrimiento, el de la mirada al pasado como manera certera de conocer y explicar el presente.

Una larga cadena de asociaciones es lo que aparece en esta muestra donde tanto importan el tema, el motivo, como la piel y la superficie en sí. Tanto conviene observar el remolino de colores del Ojo de Van Gogh como la sexualidad de Las dos amigas. Tanto importan los encajes de estas, como el comprometimiento de La demasiada luz.

La alianza pasado-devenir queda inscrita en estas telas. La artista se vale de relecturas de Frida Kalho, Tamara de Lempicka y Antonia Eiriz, entre otros, para establecer una distancia como único recurso efectivo para acceder a la cercanía.

Mayra Alpízar relee lo establecido, transforma, con la única inteligencia que debería existir: la sabiduría del no rechazo. Asistimos con esta relectura al traslado, la movilización de Antonia, de Malevich, de Georgia O`Keef y de otros hacia el espacio de la alteridad, hacia el lugar donde el artista debe desaparecer para dejar que sólo asome la historia misma que vuelve a comenzar una y otra vez delante de la mirada de quien observa, anota y comcluye.

Antonia Eiriz es sacada del silencio y puesta a trasluz. La supuesta oscuridad es revestida con otras elaboraciones y el máximo abstraccionismo de Malevich es sustituido por una simple y elegante novia que deviene en nuevo símbolo, profundizador de virtudes y conceptos.

Es importante no mirar con ingenuidad. Mayra Alpízar no sólo está haciendo un homenaje a grandes figuras del arte universal. No nos dejemos engañar por la primera impresión o la seducción de las texturas. Asistamos más bien a la invitación que Mayra hace de aceptar la parte rota del mundo que nos toca. Intentemos aprender el difícil, delicado y necesario arte del remiendo para poder seguir adelante porque quien hace sus propios remiendos mantendrá siempre el poder sobre sus propias roturas y podrá reconocer hábilmente las costuras y desgarrones ajenos.

Laura Ruiz
Palabras para el catálogo de la exposición "Rota y remendada"
Galería UNEAC. Matanzas.



                                                        ¨Georgia in the pulpit¨. 2003. 
                                                    Aplicaciones y bordado. 120 x 80 cm.



                                                              

                                                                   "Frida". 2003.
                                                    Aplicaciones y bordado. 114 x 60 cm.


                            
                                                             "Dos amigas". 2003
                                                       Aplicaciones  95 x 95 cms.










                                                  . ¨La novia de Malevich¨. 2003.
                                               Aplicaciones y bordado. 107 x 67 cm.


                                .


                                                ¨El ojo de Van Gogh¨. 2003.
                                                  Aplicaciones y bordado. 78 x 108 cm.


                         



                             ¨ ! Hasta mas ver, Don Francisco!¨. 2003.
                                           Aplicaciones y bordado. 123 x 123 cm.


                    




                                                      ¨La demasiada luz¨. 2003. 
                                                     Aplicaciones y bordado. 139 x 89 cm.

                                 







Hilar fino…
no es más que perseguir. Ir tras la huella del siervo dorado. Pero ir con delicado paso. Tejiendo todos los caminos. Deteniéndose en cada puntada, como quien coloca su pie derecho sobre la luna; como quien da pasos que cubren la tela, el acertijo. Luz y sombra.

Esta muestra de tapices de Mayra Alpízar es la síntesis de muchas historias, vivencias que aunque íntimas se repiten en la vida de los otros. Aquí la dualidad enlaza espacios. Por ello cada tapiz pudiera ser él mismo y a la vez su contrario. La protección y el desamparo. La contradicción humana y la impronta de la naturaleza.

Mayra Alpízar sabe muy bien que en vidas anteriores tejió gobelinos en Arráz o en Bruselas. Lo sabe y no lo olvida. Requisito indispensable en esta paciente labor de colocar la aguja en el sitio justo, con paciencia del orfebre renacentista que sabe habrá de salir de sus manos la obra que dará testimonio exacto de todas las virtudes y dolores de la creación.

La creadora viaja hacia la esencia de lo único. Cada unicornio que muestra son los principios inviolables de la creación, los pilares sobre los que se erigen las observaciones hondas y detalladas. Pero ante todo son un viaje. Legitimo viaje hacia otras culturas, hacia sí misma y hacia los bosques, mesetas alboradas y laberintos de cada quien.

Aquí vemos los trozos de tela que los amigos de Mayra cargaron en sus maletas desde diferentes lugares del mundo para que luego ella los transformara en tapices que si con algo pueden ser comparados, será con la palabra que susurra, con el canto que penetra y asiste.
Estos tapices tienen el mismo valor que si constituyeran un diario de vivencias. Están plasmados en ellos instantes de delicada privacidad y minutos de aguda vida pública. Dos son los espacios mostrados: el alma y el afuera.
Dicotomía de todos en el tránsito de la creación y la vida. Dicotomía que Mayra Alpízar teje y entrelaza con maestría y suavidad.


Laura Ruiz
Palabras para la exposición Hilando fino, Galería de Arte de Colón
Abril de 2002










                                                        ¨Tapiz de la creación¨.2001.
                                   Aplicaciones, bordado y linoleografía sobre tela. 250 x 210 cm.







 
                                            ¨Interior con naugragio¨. 2000.
                                               Aplicaciones y boedado. 191 x 103 cm.




                                                    ¨La primera piedra¨. 2002. 
                                                 Aplicaciones y bordado. 117 x 110 cm. 





                                      
                                                                   ¨La noche¨. 2002. 
                                                 Aplicaciones y bordado. 181 x 111 cm.








                                                              ¨La cobija¨. 2004.
                                                 Aplicaciones y bordado. 151 x 80 cm




                       

  
                                               ¨La virgen del arbol seco¨. 2004. 
                                      Aplicaciones, bordado y calado. 139 x 88 cm. 







                                                      ¨Tan azul como tu cielo¨. 1999
                           Aplicaciones, bordado, xilografía y foto impresión sobre tela. 160 x 101 cm.



                                                        
                                                      

                                     Pintar tapices

Recorriendo la calle de los Oficios, próximo a la Plaza de San Francisco, el visitante detiene sus pasos a la entrada de la casa de la pintora venezolana Carmen Montilla Tinoco. Una pareja de novios – ella rodeada de estrellas, él ausente- convida a cruzar la puerta e invadir el universo sensiblemente femenino del salón.

Mayra Alpízar (1956) graduada de la Escuela Nacional de Arte y Licenciada en Enseñanza Artística, desde su Matanzas natal ha venido a mostrarnos Un rostro diferente.

La distingue la refuncionalización que logra del tapiz tradicional, una vez que le confiere contenidos y emplea recursos propios del quehacer de la pintura. Podría afirmarse pues, que recurre a la técnica del bordado y el parche para “pintar” tapices. Tal oficio, representativo de la laboriosidad y delicadeza de las féminas, entronca su realización con esta otra manifestación, de la que resulta una simbiosis de las artes menores y las cultas.

La autoreferencia, lo palpable de su controvertido, fantástico y enigmático mundo interior y el despliegue, además, de sentimientos y preocupaciones, que constituyen problemas universales de la mujer, se vuelven propiedades de su creación; atributos asociados al sexo y al espíritu. Lunas, flores, frutas, pájaros y mariposas, así como los temas maternales, infantiles y de las relaciones humanas y de pareja hilvanan una idea general del “discurso femenino”. El tiempo se convierte muchas veces en protagonista, por medio de un reloj de arena (marcador implacable) o de ánforas u otros motivos que trasladan al espectador hacia eras pasadas. Mientras nuevos símbolos funcionan para expresar la naturaleza de las dualidades.

                                

                                                       
                                                "As de corazón rojo". 1998.
                                                   Aplicaciones y bordado. 100 x 70 cm.


Con cabal conocimiento de las tendencias artísticas contemporáneas, Mayra acude al lenguaje de las instalaciones para construir un altar a su sexo y crear un árbol de la vida abarrotado de cotidianidad y naturalismo. Elogia, además, a una de las autoridades del arte, recortando y disponiendo a la manera de un parche un cuadro, una figura azul de Picasso que da muestras de acrobacia sobre una palma caída. El asunto del equilibrista, elocuente en su creación vuelve a funcionar en el momento en que la mujer sobre un lápiz labial, como cuchillo afilado, enhebra desde el torbellino de su pelo un mundo onírico, repleto de signos; luego La Maternidad atraviesa el río San Juan sobre una cuerda real, llevando como cabellos una madeja de nubes blancas.

Ideas y soluciones plásticas se ofrecen sólidas en su concepción. Así la rama de un árbol no es sólo el elemento formal que funciona para colgar la tela – Contigo junto a los pájaros- sino que significa también conceptualmente lo mismo que cuando asume la presencia masculina a través de la presentación física de un saco de vestir.


                                                          "As de trebol". 1998. 

                                               Aplicaciones y bordado. 100 x 70 cm.

                                                                   
Mayra Alpízar aporta una obra auténtica y singular que no permite encasillarse bajo el concepto de artesanía. Ella es precisamente la equilibrista que oblicuamente, desde las artes manuales, pudiera andar sobre la cuerda de los productos pictóricos más genuinos del arte cubano y latinoamericano actual, elevada por sus más encumbrados sueños y sin temor a la caída.

Odalys Martínez
Lic. Historia del Arte
Revista Opus Habana


La sobrecama rosa.


                                      ¨Un parche para el maestro¨. 1996.
                                               Aplicaciones y bordado. 85,5 x 59 cm.



                              



                                                 ¨La sobrecama rosa¨. 1994. 
                                                Aplicaciones y bordado. 250 x 150 cm







                                                         Serie sin título. 1995. 
                                          Tinta y tempera sobre cartulina. 100 x 70 cm. c/u









“…En esta época, en que un artista puede realizar su obra por teléfono, sorprende agradablemente ver un producto artístico que parece hecho con el propio autor como materia prima. Hay tanta fusión entre la personalidad de Mayra Alpízar y los resultados de su creación, entre su mundo interior y su obra, que cada pieza realizada parece gozar de sensibilidad propia, como tocada por la gracia de algún taumaturgo.
Aunque Mayra Alpízar no es artesana, se ha apropiado, para expresarse, de una técnica tradicionalmente comprendida dentro de la artesanía. El desdoblamiento entre la artista de formación académica, educada en los principios de la “Alta Cocina” pictórica, y la artista que utiliza medios populares de expresión, provoca que sus trabajos se muevan en un ámbito entre lo discursivo y lo decorativo, lo popular y lo doméstico, lo conceptualista y lo folklórico…”
                                                                   Juan Antonio Molina
                                                                  Ana Gisela Robaina
                                                                  Fragmento de texto del catálogo Expo. “Eva sobre el Tapiz”